Nos hemos vuelto tan literales… hasta los momentos de rebelión existencial pueden disolverse en la nada sin apelar a la posibilidad de ser tocados de una manera sensible. Suscitar eventos emocionales dentro nuestro ya no nos mueve, y querer construir desde la soledad un abrazo íntimo puede dinamitar cualquier límite y fomentar presagios que niegan todo lo que nos rodea.
Una vez escuche que hay que interrumpir a la incredulidad, alejarse de la forma, ser la luz que se cuela para que el tiempo no nos juegue sucio. Creo que ahí está mi flagelo, siendo prisionero de mi propia armadura en una densidad ausente, pero sin tener que elegir quien conocerá mis rarezas.
Es un privilegio analizarse…